La visión es deslumbrante. No es posible permanecer indiferente. Un remolino de aguas se lanza de altísimos acantilados de basalto creando un espectáculo de la naturaleza inigualable en el planeta. Millares de gotas que rebotan desde las cataratas en caída forman una inmensa nube que se dispersa sobre un frágil ecosistema donde viven animales salvajes, algunos amenazados de extinción.
Esculpido hace 120 millones de años, ese escenario exuberante forma las Cataratas del Iguazú, un conjunto maravilloso de 275 saltos que brotan del río Iguazú próximo a su desembocadura. Ubicadas en la frontera entre Brasil y Argentina, las Cataratas atraen millares de turistas todos los años. Quien las visita tiene la posibilidad de caminar por pasarelas que llevan a los turistas a pocos metros de la mayor de todas las caídas de agua.
Mariposa 80 -
Paulogramma pyracmon
.
Es imposible no mojarse. Y emocionarse. Pero eso no es todo, las Cataratas son parte del Parque Nacional del Iguazú, la mayor reserva de selva lluviosa subtropical del mundo.
Por eso, comparar las Cataratas a las norteamericanas Niagara Falls es equivocado. Que lo diga la ex primera dama de Estados Unidos, Eleonor Roosevelt. En visita a Foz do Iguaçu, ella sentenció: "Pobre Niagara". Aquí la naturaleza hace la diferencia. Contemplando los saltos el turista está siempre cercado por nubes de mariposas revoloteando.
Cuervo cabeza roja - Cathartes aura sobrevolando las cataratas.
Mariposa 88 -
Diaethria clymena
, muy común en la zona.
Teju -
Tropidurus torquatus
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Sin embargo, es la enorme cantidad de saltos en forma de herradura - Con 2.700 metros de extensión, 800 metros en Brasil y 1.900 metros en Argentina - la que atrae visitantes de los cinco continentes. El primer hombre blanco que vio las caídas de agua en 1542, antes un privilegio sólo de los indígenas fue el navegante español Álvar Núñez Cabeza de Vaca, quien descubrió las Cataratas por casualidad, cuando buscaba un camino que lo llevase a Asunción.
Casi cuatro siglos después, fue la oportunidad del hacendado uruguayo Jesús Val de dejar el anonimato. El se vanagloriaba de tener las Cataratas en la quinta de su casa, astucia que le costó cara. El aviador Santos Dumont visitaba la entonces Villa Iguazú, en 1916, y se habría molestado con el hecho de que la región tenía sólo una persona como propietaria. Salió de allí prometiendo medidas. Y, coincidencia o no, tres meses después el gobierno brasileño expropió el área.
Para los mortales, desprovistos de alas, el único medio de aproximarse a los saltos y bañarse en ellos son las pasarelas erguidas sobre el río en las dos márgenes.
Pino paraná -
Araucaria angustifolia
, su existencia se encuentra amenazada.
La caminata por los senderos comienza en la vegetación, pero, antes de llegar a las aguas, reserva sorpresas como el contacto con los alegres coatíes. Una atracción en tierra firme es la vegetación, que en algunos puntos cubre el sendero y forma un corredor verde en el cual la luz del sol tiene dificultades para penetrar. En la caminata es común encontrar orquídeas y bromélias, así como especies como la higuera brava y la palmera juçara, amenazada de extinción por el corte indiscriminado del palmito.
Mariposa tronadora -
Hamadryas sp
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Doxocopa agathina, macho, en la mano de Elizabeth.
Las Cataratas del Iguazú son compartidas por Argentina, Brasil y Paraguay, mediante la zona que se llegó a denominar como la triple frontera. De modo que es posible ingresar a ellas tanto desde la ciudad de Puerto Iguazú (Argentina), desde Foz do Iguacu (Brasil), o desde la Ciudad del Este (Paraguay).
Las gotas de agua, a propósito, construyen constantemente encantadores arco iris, rematando este espectáculo de las aguas.